El instituto de Pol, con mensajes de apoyo y en contra del bullying

Hace unos días tuvimos conocimiento de esta noticia en la que una familia de La Ràpita (Tarragona) había denunciado que su hijo Pol, de 15 años y con un grado leve de autismo, estaba hospitalizado tras intentar suicidarse el pasado lunes lanzándose desde el balcón de un cuarto piso. Además, han señalado que el joven era víctima de burlas en el colegio.

Según afirma su padre, Pol «tiene un grado de autismo» y «dificultades para relacionarse, pero es muy inteligente y se da cuenta de todo lo que le rodea».

Al parecer, según el testimonio del padre, antes de arrojarse, el adolescente dejó escrito que no quería vivir «en un mundo donde la mala gente es aplaudida y las personas sensibles, nobles y de buen corazón siempre tienen las de perder».

El padre considera que su hijo no sufría «directamente» acoso, aunque añade que «hay muchas maneras de hacer sentir mal a las personas y todo suma». En este sentido, recalca que Pol era víctima de risas y de expresiones como «este tío es un rarillo, míralo cómo se mueve, no se relaciona con nadie».

Desde nuestra asociación, somos muy conscientes de la problemática y nos sumamos al dolor de la familia de Pol, ya que muchos de nuestros hijos viven la misma exclusión y sufren las mismas burlas que han llevado al joven Pol a una desesperación de tal calibre.

Por desgracia, este no es un caso aislado y cada vez es más frecuente tener conocimiento de jóvenes que son víctimas de acoso escolar por ser diferentes al resto. 

Tal y como indicaba hace años Autismo España en esta noticia, 7 de cada 10 personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA) presentan al menos un trastorno comórbido de salud mental a lo largo de su vida, así como altos niveles de malestar psicológico; 6 de cada 10, incluso más de uno.

Además, el informe ‘Situación del alumnado con trastorno del espectro del autismo. Curso 2020/2021’, también de Autismo España, llega a la conclusión de que el 12% del alumnado con TEA ha sufrido bullying, aunque el 33,5% no sabe identificarlo. Además, concluyeron que la forma más común del bullying es la marginación y exclusión social, la cual sufren el 32% de los chicos y el 37% de las chicas con autismo.

Todas estas cifras han de ser tenidas en cuenta por las administraciones públicas y por los centros educativos para poner fin, de una vez por todas, a situaciones de este tipo, donde niños y niñas son marginados y acosados únicamente por razón de sus diferencias.

Por ello, demandamos a las instituciones públicas más servicios para cuidar de la salud mental de nuestros jóvenes, especialmente del colectivo con autismo que, con cifras objetivas en la mano, está más necesitado, si cabe, de una especial protección.

Asimismo, aprovechamos la ocasión para demandar al colectivo educativo y a los responsables políticos de las distintas Consejerías de Educación una mayor formación en materia de inclusión y discapacidad para los docentes, que además de contar con medios muy insuficientes, carecen de la oferta formativa adecuada para mejorar sus competencias y adaptarlas a las necesidades de un alumnado cada vez más heterogéneo.